miércoles, 25 de diciembre de 2013

Cien sonetos de amor-Pablo Neruda

Tal vez no ser es ser sin que tú seas,
sin que vayas cortando el mediodía
como una flor azul, sin que camines
más tarde por la niebla y los ladrillos,

sin esa luz que llevas en la mano
que tal vez otros no verán dorada,
que tal vez nadie supo que crecía
como el origen rojo de la rosa,

sin que seas, en fin, sin que vinieras
brusca, incitante, a conocer mi vida,
ráfaga de rosal, trigo del viento,

y desde entonces soy porque tú eres,
y desde entonces eres, soy y somos,
y por amor seré, serás, seremos.

sábado, 5 de octubre de 2013

El velo de la promesa

"El Velo de la promesa" es una novela que narra la vida de Helena, madre de Constantino y patrona de los arqueólogos. María Lara ha atendido a Mediterráneo Antiguo para hablar sobre esta interesante obra, que repasa un momento clave en la historia del Imperio Romano http://www.mediterraneoantiguo.com/2013/10/entrevista-con-maria-lara-el.html

miércoles, 21 de agosto de 2013

Gauguin, Bonnard y Maurice Denis: el sabor ruso del arte francés

Gauguin, Bonnard, Denis. A Russian Taste for French Art" HERMITAGE ÁMSTERDAM MUSEUM
Herengracht 14
Ámsterdam
Del 14 de septiembre de 2013 al 28 de febrero de 2014

El próximo 14 de septiembre, el Hermitage Museum de la capital holandesa abrirá al público la muestra "Gauguin, Bonnard, Denis. A Russian taste for French Art", que explorará los nuevos caminos artísticos emprendidos por estos pintores tras la eclosión impresionista, entre finales del s XIX y principios del XX.

Un escurridizo en lo vital Paul Gauguin influyó decisivamente en la obra del introvertido Bonnard y del teórico Maurice Denis. Los dos últimos se unirían por un breve periodo con otros creadores, como Valloton y Vuillard, en el colectivo nabi, término derivado de la palabra hebrea que define a un profeta. A diferencia de los impresionistas, que se esforzaron por captar las cualidades efímeras de la luz natural, los nabis unieron color y sentimiento, simbolismo e imaginación, y su obra alcanzaría una gran difusión tanto en París como en Moscú.

El acaudalado coleccionista ruso Ivam Mozorov pronto quedó prendado de su talento y compró sus trabajos; incluso pidió a Denis que decorase el hall de conciertos de su mansión en 1908. Una reconstrucción de este exquisito interior, que contó con siete pinturas y seis paneles decorativos dedicados a la historia de Cupido y Psique, podrá verse en Ámsterdam.

En el Hermitage podremos ver, junto a trabajos de los nabis, pinturas francesas y dibujos de sus artistas predecesores, sus contemporáneos y sus inmediatos sucesores. No faltarán tampoco esculturas de Rodin, Maillol y Paul Auguste Bartholomé que nos ayudarán a introducirnos en el clima artístico parisino en la década de 1890 y en la etapa previa al estallido de la I Guerra Mundial.

El término "Nabis" se empleó por primera vez en 1889 como definitorio de un grupo de jóvenes artistas que buscaban dotar a la pintura de un nuevo enfoque. Se formaron juntos en la Académie Julian de París y tomaron a Gauguin como inspiración y como primera figura de una nueva forma de mirar.

Sirviéndose de un estilo plano en el que en un principio prescindieron de la perspectiva lineal tradicional, los Nabis, junto con Van Gogh y el propio Gauguin, participaron en esa etapa de apertura del arte hacia la modernidad. Llevando a cabo un uso expresivo de formas y colores sin mezclar allanaron el camino hacia la abstracción.

Sus temas más habituales fueron las escenas urbanas, los paisajes, los retratos, interiores y escenas religiosas y utilizaron la fotografía para ensayar previamente sus composiciones. También adoptaron rasgos de la pintura decorativa propia del Art Nouveau, elaborando paneles de gran formato por encargo de sus mecenas y explorando siempre las fronteras entre las bellas artes y las artes aplicadas.
(masdearte.com)

INFORMACIÓN RELACIONADA


Paul Gauguin, precursor de la modernidad. Ámsterdam, 26/02/2010
Fragmentos de modernidad. Madrid, hasta el 16/01/05
La puerta entreabierta. Madrid, hasta el 04/03/01
Pierre Bonnard: cromatismo inédito. Basilea, 31/01/2012
Los interiores de Bonnard. Nueva York, 26/01/09
Sobre todo diverso. París, hasta el 19/09/04
El color del placer. Washington, hasta el 19/01/03
La pasión francesa de Marlene y Spencer Hays. París, 17/04/2013








domingo, 26 de mayo de 2013

Velázquez: El pintor de Felipe IV

El historiador e hispanista francés Bartolomé Bennassar ha escrito varias biografías, entre ellas las de Hernán Cortés y Juan de Austria, y ha estudiado especialmente el Siglo de Oro español y la Inquisición. Acaba de publicar el libro "Velázquez. Vida", en un intento por desentrañar las incógnitas que rodean la vida del artista sevillano.
Como usted ha escrito en el prólogo del libro, se había estudiado mucho y muy profundamente la obra del pintor por historiadores del arte, pero no se había investigado casi su vida personal. ¿De dónde y por qué nace su interés por este Velázquez, llamémosle desconocido?
Viene muy de antiguo y se remonta a la primera vez que vine a España en el año 1951. Fui al Prado y me pasé no sé cuánto tiempo contemplando las obras de Velázquez. Hay que tener en cuenta que en Francia casi no hay cuadros del pintor; solamente hay dos obras seguras de él, la más conocida el Demócrito o El geógrafo, en el Museo de Bellas Artes de Rouen. Desde ese momento me quedé fascinado por su pintura, y siempre que he podido, he ido a visitar los museos donde se exhiben sus cuadros. Más tarde, al ir profundizando en el conocimiento de la obra del pintor, me surgió la pregunta ¿qué sabemos de la vida de Velázquez, del hombre?, y me di cuenta que muy poco. De hecho, José Camón Aznar, uno de los especialistas en Velázquez, en 1964 decía de la vida del pintor que había sido una “existencia recatada y distante que no es biografiable, porque nada le sucede”. En 1984, Jonathan Brown en su obra Velázquez, pintor y cortesano, ya es menos negativo al afirmar: “Nunca conoceremos a Velázquez como a Goya o Picasso, pero leyendo entre líneas en la copiosa documentación oficial de su carrera en la Corte, es posible reconstruir algunos aspectos del Velázquez hombre”. Este libro es un intento por responder a estas preguntas, aunque por desgracia no he podido contestar a todas como me habría gustado, y todavía quedan misterios por desentrañar de una personalidad tan compleja como la de Velázquez.
¿Cómo ha desarrollado usted el proceso de reconstrucción, entiendo que casi detectivesco, y en ocasiones inferencial, de la vida de Velázquez?
Velázquez. Vida, Bartolomé Bennassar, Madrid, Cátedra, 248 págs., 20 €
Hay muy buenos libros escritos por historiadores del arte sobre la vida del pintor, españoles, como Francisco Sánchez Cantón, Diego Angulo Íñiguez, José Gudiol… y extranjeros, como el norteamericano Jonathan Brown y la francesa Enriqueta Harris. Además, con el tricentenario de la muerte del pintor en 1960 y el cuarto centenario de su nacimiento en 1999, surgió mucha documentación en los coloquios, congresos y simposios que se organizaron, que nos ha permitido saber más sobre la vida del pintor. También últimamente un profesor sevillano, Luis Méndez Rodríguez, ha descubierto en el archivo de Sevilla documentos interesantes que atañen a la condición social de la familia de Velázquez que demuestran que no era hidalgo, porque los abuelos por parte materna eran calceteros, poniendo en tela de juicio lo que la mayoría de historiadores creía, que la elección del oficio de pintor y el contrato de aprendizaje firmado por Francisco Pacheco eran una muestra de la mentalidad liberal de los padres que le habían permitido dedicarse a lo que le gustaba, aunque fuese un oficio “mecánico y vil”. En definitiva, se puede decir que sabemos cosas pero no tanto como nos gustaría; es decir, sobre sus pensamientos, sus deseos íntimos, porque el gran problema, y esto tampoco lo he podido compensar yo, es que no hay cartas, diario personal e, incluso, tampoco hay testamento porque no tuvo tiempo de dictarlo. Yo no he podido rellenar esos huecos, pero lo que sí creo que he hecho es arrojar luz sobre sus relaciones con otras personas, con otros artistas y también con su familia. Por ejemplo, su actitud protectora con sus hermanos más pequeños, que murieron jóvenes, a los que ayudó y que probablemente trabajaron en su taller.
Se ha escrito mucho sobre la relación maestro/discípulo con el que más tarde sería también su suegro, Francisco Pacheco, del que dice que fue “el mejor maestro que Velázquez podría esperar”. ¿Cómo calificaría la importancia de Pacheco en la vida de Velázquez?
Pues creo que de verdad fue muy importante. Sobre todo, le dejó libertad para practicar una pintura diferente a la suya. Y, además, Pachecho era un hombre que tenía muchas relaciones, tanto políticas como intelectuales: artistas, escritores, filósofos, teólogos, cosmógrafos, matemáticos, cirujanos… Se podría decir que su casa era una Academia informal, “la cárcel dorada del arte, academia y escuela de los mejores espíritus sevillanos”, según dice Antonio Palomino en su libro Museo pictórico y escala óptica. Así que hay que suponer que Velázquez, que vivió allí desde diciembre de 1610 a marzo de 1617, bebió de ese ambiente humanista e intelectual, y que esos años fueron decisivos en su formación. Un ejemplo de esto es la biblioteca de Velázquez, que estaba compuesta sobre todo por obras de ciencia; por ejemplo, casi no hay novelas, solamente un libro de poemas y llama la atención que apenas haya libros de literatura religiosa.
¿Cómo fue la relación de Velázquez con los pintores españoles de su época? ¿Y con Rubens?
En abril de 1629 Pedro Pablo Rubens, que ya era un pintor consagrado, vino a Madrid con el séquito de la archiduquesa y embajadora de los Países Bajos Isabel Clara Eugenia, tía de Felipe IV, para negociar una paz con Inglaterra. Cuando conoció a los artistas del Rey, entre éstos destacaba uno que tenía un especial talento, así que habló con el Rey para que le dejase ir a Italia para acabar su formación, por lo que se puede decir que fue gracias a Rubens que Velázquez hizo su primer viaje a Italia, que fue muy importante para él. A su vuelta se nota que su forma de pintar ha cambiado y también que usa pasta y tintes distintos. Las relaciones que mantuvo con los demás pintores del Rey no fueron muy buenas, porque éstos estaban celosos de la rapidez con la que Velázquez estaba ascendiendo en la Corte, especialmente Vicente Carducho, que en sus escritos, aunque sin nombrarlo, le hace críticas muy duras, aunque hay uno de esos pintores que siempre será amigo de Velázquez, Angelo Nardi, otro pintor de origen italiano. Después Velázquez mantuvo muy buenas relaciones con otros grandes pintores españoles, como Zurbarán, cuya participación en el Salón de Batallas del Buen Retiro con Defensa de Cádiz y Trabajos de Hércules, seguro que se debió a la intermediación de Velázquez, ya que es el único de los artistas invitados que no formaba parte de la Corte. También mantuvo una muy buena relación con Alonso Cano, a pesar de que éste tenía fama de ser muy arisco; de hecho, será el padrino de dos de sus nietos, y es muy posible que fuera gracias a la intermediación de Velázquez que Cano llegara a ser el pintor del conde-duque de Olivares. En el caso de Murillo, cuando viene a Madrid, se aloja en la propia casa de Velázquez y también le acompaña a El Escorial para ver sus cuadros.
En 1623 Felipe IV conoció a Velázquez y a partir de ese momento sus destinos estuvieron unidos hasta 1660, cuando muere el pintor. ¿Por qué cree que Velázquez, además de ser su pintor, se convirtió en alguien tan importante para el Rey?
Yo creo que primero tuvieron una relación cotidiana muy estrecha, excepcional, por lo menos cuando estaba en Palacio; de hecho, el Rey tenía una silla en el taller del pintor e iba muy a menudo y se sentaba y le veía pintar. ¿De qué hablaban? No lo sabemos. Felipe IV, que no era muy buen administrador y político, en cambio era un gran conocedor del arte y se dio cuenta de que Velázquez era una especie de superdotado. Demostró mucho cariño por el pintor y pensó que además de ser pintor de la Corte podía tener un papel más importante, como un director de Bellas Artes. El Rey quería modificar y redecorar sus palacios, el Real, El Escorial y Aranjuez, y le confió esta tarea a Velázquez. Por eso le envió una segunda vez a Italia, con la misión de comprar obras de la Antigüedad, especialmente esculturas, y algunas pinturas. Esto le permitió conocer la pintura al fresco, que es algo que se hacía muy poco en España y en cambio en Italia había grandes especialistas. De hecho, fue Velázquez quien contrató a Colonna y Mitelli para hacer las decoraciones de los palacios reales. Así que desarrolló un trabajo muy importante, al que tuvo que dedicar mucho tiempo, y eso fue en detrimento, para desgracia nuestra, de la cantidad de cuadros que pintó.
Existe la idea de que Velázquez fue una persona ambiciosa, preocupada por acumular cargos que le reportaran beneficios y estabilidad económica. ¿Qué lectura hace usted de esta faceta del pintor?
Es una faceta que no se ha tenido muy en cuenta, especialmente porque, como hemos dicho anteriormente, la mayoría de los que han escrito sobre el pintor han sido historiadores del arte. Siempre se ha pensado que fue un hombre rico, pero en verdad no fue hasta el final de su vida cuando se convirtió en un hombre acauladado. Además se le pagaba con mucho retraso; por ejemplo, se sabe que durante un tiempo le estuvieron adeudando el sueldo de ¡cinco años! Cuando se casa su hija, me empeñé en ver en detalle la dote, y me di cuenta de que había sido muy pequeña, incluso inferior a la de su madre. Podríamos decir que lo más valioso de la dote fue el cargo que Velázquez consiguió para su yerno en la Corte. Además hay que tener en cuenta que cuando cobra, lo hace en moneda de vellón, que en esos tiempos (1620-1630) tiene mucho más cobre que plata, por lo que se devalúa rápidamente. Solamente al final de su vida su fortuna aumentó al vender algunas de sus obras, aunque no tantas.
En sus estancias en Italia de 1629 a 1631 y de 1648 a 1651, el pintor estuvo separado de su esposa María del Páramo. ¿Cómo cree que fue la relación de Velázquez con su mujer? Y ¿se sabe si tuvo alguna relación mientras estuvo en Italia?
En cuanto a la relación con su mujer, no lo sabemos porque al no haber cartas, lo suponemos. Yo tampoco he podido aportar nada que aclare la relación verdadera que mantenían. Lo que sí sabemos es que cuando viaja a Italia, redacta un poder para que su mujer pueda disponer y tomar las decisiones económicas que estime oportuno, y efectivamente hará uso de ese poder.
Sobre las estancias de Velázquez en Italia, de su primer viaje no sabemos nada. En el segundo viaje, que duró dos años y medio, se sabe, porque lo descubrió una historiadora inglesa, Jennifer Montagu, que tuvo una relación con una mujer que todavía no está identificada con certeza, aunque hay varias hipótesis; incluso se ha dicho que fue con una pintora italiana de cierta calidad y que él le hizo un retrato, pero que está perdido. Otros piensan que fue una mujer desconocida. Lo único cierto es que tuvo un hijo, porque tenemos la partida de nacimiento, que encontró Jennifer Montagu, y también sabemos que el chico fue criado por una nodriza, porque también se descubrió la partida de pago a la nodriza. Lo que sigue siendo una incógnita es si Velázquez tuvo tiempo de conocer a su hijo antes de abandonar Italia, aunque quizá esperase a su nacimiento y eso explicaría por qué, a pesar de los llamamientos del Rey, él siguió prolongando su estancia en el país durante un tiempo. Es muy posible que la petición al Rey en 1657 de otro viaje a Italia, que éste no le concedió, fuese probablemente para ir a buscar a ese hijo y traerlo a España. No pudo ser porque murió antes, pero se cree que su yerno Del Mazo fue a Italia a buscar al hijo, aunque tampoco se sabe si tuvo éxito en su misión. De hecho, algunos historiadores del arte creen que en el famoso cuadro pintado por Del Mazo que se encuentra en Viena, La Familia, un chico que está a la izquierda puede ser este hijo de Velázquez. Pero es una hipótesis.
¿Por qué cree que no hay documentos notariales de los contratos entre el pintor y sus clientes en Sevilla?
Es muy curioso y raro que no existan esos documentos. Muchos investigadores han buscado en los registros notariales de Sevilla estos contratos, pero nolos han encontrado, salvo uno con una comunidad religiosa. En general, los pintores solían hacer contratos, y su ausencia explica la falta de certidumbre que tenemos en cuanto a la posibilidad de un taller de Velázquez en Sevilla. Varios especialistas están convencidos de que este taller existió, y hay cierta probabilidad, pero ¿cómo se explica entonces que no haya contratos, mientras que la documentación notarial se conserva muy bien? Se sabe que muchos de los encargos que tuvo en Sevilla fueron por mediación de su suegro, Francisco Pacheco, sobre todo los encargos de tipo religioso como La Adoriación de los Magos o Cristo en casa de Marta y María, pero, por ejemplo, sobre los bodegones no hay ningún documento. Este hecho es importante porque de los bodegones se hicieron muchas copias, lo que explica que haya varias versiones de algunos de ellos en museos de todo el mundo. Si se encontrasen algún día esos contratos, sería posible identificar los que son realmente del pintor.
Ángela SANZ COCA

La belleza encerrada: Las piezas inéditas del Prado

La muestra permite contemplar obras exquisitas, raras veces expuestas de algunos de los autores más famosos y deslumbrantes de la pinacoteca: Fra Angelico, ­Patinir, El Bosco, Mantegna, Durero, Rafael, Velázquez.
 
Como auténtico microcosmos de la historia de la pintura se puede definir la selección que ha efectuado el Museo del Prado de obras de muy diversas escuelas y géneros, con fechas que van desde el siglo XIII hasta comienzos del XX, y toda clase de técnicas –óleo, temple, dorado, técnicas mixtas– y soportes –lienzo, tabla, cobre, pizarra y papel, sin que falten esculturas y relieves de mármol, alabastro, madera, bronce, marfil y plata.
 
Esta disparidad obliga a considerarlas desde un punto de vista diferente del que impondría un criterio más restringido e induce a cada ­cual a inventarse su propia ruta. El principio de la concepción de la muestra se basa en los diversos espacios que se plasman, contienen y encierran en los cuadros, atrapando al mismo tiempo su belleza artística y haciéndolo de manera aún más llamativa por ser de dimensiones reducidas, ya se deba esta elección a que se trate de un boceto para una obra mayor o a que tenga un carácter íntimo; en ambos casos –sobre todo en el segundo–, hay un proceso en el cual lo que el artista quiere transmitir se concentra y adensa.
 
Estos espacios son el natural, el arquitectónico y el mental, es decir, los espacios que habitamos y el que está a su vez encerrado en nuestro interior. Y del espacio mental saldrá otro, el de lo sobrenatural, de tanta relevancia en el arte: el espacio del milagro y el prodigio, que se rige por sus propias leyes, el espacio del cielo y del infierno, y del ser humano arrastrado a uno u otro.
 
El itinerario comienza por la arquitectura –doméstica y urbana, de interior y de exterior, realista o fantástica–, que compone los diversos marcos de la vida: la casa, la ciudad, la iglesia, la taberna, el teatro, el palacio, la cabaña, el lugar de trabajo o el estudio del artista, con sus diversas funciones como cobijo, símbolo, ornamento…
 
Por ejemplo, dentro de la iconografía religiosa y en fechas cercanas, poco después de 1420, el mismo tema ha sido tratado de maneras paradigmáticamente distintas en dos obras, una atribuida al flamenco Robert Campin, precursor de los esplendores de los hermanos Van Eyck –aunque se ha propuesto también el nombre de su discípulo Jacques Daret–, y el toscano Fra Angelico, cuya Anunciación –incluida por las deliciosas escenitas de la predela– se suma a la renovación arquitectónica de Brunelleschi, mientras que la del primero se sitúa en una iglesia gótica transpuesta en interior.
 
Una vista urbana modélica en la historia del arte es el fondo del Tránsito de la Virgen (h. 1462), de Mantegna, enmarcado por una perspectiva clasicista; la perfección de la estructura general, tan geométrica y depurada, no pierde nada por sus pequeñas dimensiones, antes bien se concentra como un vaso de esencias misteriosas; en ella se integran perfectamente, sin disonancia alguna, ese espacio real y otro mental, escenario de un acontecimiento sobrenatural aunque tratado casi dentro de los parámetros de un hecho natural.
 
Hay también arquitecturas fantásticas como la renacentista de la espléndida Virgen de Lovaina del “romanista” Van Orley, que en su Bruselas natal asimiló el estilo de Rafael para crear curiosas síntesis, o la de la Torre de Babel, una de las numerosas copias o variantes de obras de Bruegel el Viejo por su hijo Pieter. 

El XVII es testimonio de la admiración por la Antigüedad como modelo cultural y estético, según vemos en El Vado, de Claudio de Lorena, o en El Arco, de Domenichino, admiración que en el XVIII es ya sobre todo nostalgia, como en las Ruinas con la pirámide de Cayo Cestio, del Emiliano Giovanni Paolo Pannini, con quien por primera vez se toma una ciudad como asunto pictórico.
 
No faltan tampoco las escenas de interior; en ocasiones, se aumenta su misterio iluminándolas con velas o antorchas en busca de efectos dramáticos, como en La Coronación de espinas, de Leandro Bassano, y en dos escenas evangélicas de la primera ­mitad del XVII de Hendrick van Steenwijck (originario de Amberes), mientras que el alemán Elsheimer, precursor del paisaje moderno, lo hace en los primeros años del mismo siglo en una escena de exterior, Ceres en casa de Hécuba.
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jueves, 16 de mayo de 2013

Santas de Zurbarán: Devoción y persuasión

 

Zurbarán y la moda


La exposición «Santas de Zurbarán: Devoción y persuasión», que se inauguró el pasado día 3 de mayo en el Espacio Santa Clara, cuenta con 17 lienzos del maestro extremeño donde se muestra el talento con el que retrató a estas mártires. Pero más allá de ese indiscutible valor artístico, la muestra tiene un gran interés porque ha logrado reunir el genio de 12 grandes diseñadores españoles que han realizado unos trajes inspirados en estos cuadros. No en vano, hay que tener en cuenta que el pintor nacido en Fuente de Cantos demostró en esta serie que fue uno de los grandes precursores de la moda española. También se debe considerar que esta exposición se presentó hace un mes en el Museo del Traje Español.
Entre estos diseñadores, el pasado mes de marzo se añadió el nombre del gran maestro Cristóbal Balenciaga, que realizó en el año 1961 un modelo inspirado en el cuadro «Santa Casilda», que ha cedido para esta muestra específicamente el museo de Getaria.
Aparte del gran aporte que supone este diseño, otros modistos que participan en esta muestra son Agatha Ruiz de la Prada, que «viste» a «Santa Águeda»; Modesto Lomba, a «Santa Úrsula»; Hannibal Laguna, a «Santa Apolonia»; Ana Locking, a «Santa Catalina»; Victorio y Lucchino, a «Santa Isabel de Turingia»; Ángel Schlesser, a «Santa Catalina»; Juan Duyos, a «Santa Eufemia»; Francis Montesinos, a «Santa Margarita»;Roberto Torreta, a «Santa Marina»; Elio Berhanyer, a «Santa Casilda» y a «Santa Isabel de Portugal»; y Pedro Moreno, que se ha inspirado en dos ángeles turiferarios.
Además, los alumnos de la cátedra de Diseño y Moda de Elio Berhanyer en el Centro Tecnológico del Textil de Andalucía (Citta) también reinterpretan algunas de estas mujeres divinizadas que parecen caminar en un cortejo procesional, pero que a la vista de esta transgresora exposición también podrían parecer modelos contemporáneas desfilando por una pasarela de moda.
De manera paralela a la celebración de la muestra en Santa Clara, el patio del convento acogió, los días 25, 26 y 27 de abril, varios desfiles de moda dirigidos por el citado creador cordobés Elio Bernhayer. Sus trajes fueron exhibidos por diez bailaoras flamencas dirigidas por la maestra granadina Eva Yerbabuena sobre música de la Orquesta Barroca de Sevilla.
Los comisarios de esta propuesta son Andrés Peláez, director del Museo Nacional del Teatro, y el director de Infraestructuras culturales y patrimonio del Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS), Benito Navarrete. Este último lleva diez años organizando este proyecto que por fin verá la luz y que va a convertir a Sevilla en capital del arte y de la moda mundial.

domingo, 17 de marzo de 2013

EL MAYOR RELOJ DEL MUNDO

¿SABIAS QUE…
el mayor reloj del mundo se construyó en época de Augusto?

El reloj estaba diseñado para que el 23 de Septiembre, equinoccio de otoño y cumpleaños... del emperador Octavio Augusto, la sombra del gnomon entrara en el Ara Pacis, altar dedicado a Augusto.
Se trataba de un reloj de sol de proporciones descomunales y mandado construir por Augusto en el año 10 a.C. Conocido con el nombre de Horologium Augusti, ocupaba la extensión aproximada de dos campos de fútbol y su gnomon (el “palito” que da la sombra) era un obelisco que medía 22 metros de altura.
Su construcción fue un deseo expreso del emperador y para su diseño reunió a los mejores científicos y matemáticos de la época. Pero mejor que yo, que nos lo cuente Plinio el Viejo quien tuvo la oportunidad de contemplarlo.
Al obelisco que está en el Campo de Marte,el          
divino Augusto le atribuyó la admirable función
de medir la sombra proyectada por
el Sol, determinando así la duración de los
días y las noches: hizo colocar
placas que estaban en proporción
respecto a la altura del obelisco,
de manera que en la hora sexta
del solsticio de invierno la sombra
fuese tan larga como las placas,
y disminuyese lentamente día
a día para volver a crecer siguiendo
las marcas de bronce insertadas en
las piedras; es un aparato que merece
la pena conocer y que debe su existencia
al insigne matemático Facundo Novio.
Éste añadió, sobre el extremo, una bola
dorada que proyectaba una sombra
definida, porque si no, el extremo
puntiagudo del obelisco hubiera
arrojado una sombra imprecisa
(se dice que tomó la idea de la cabeza
humana).
También nos cuenta Plinio que pasados unos años y sin que se conociera el motivo, el reloj comenzó a marcar las horas de forma equivocada.
Al cabo de treinta años
estas medidas se hicieron erróneas.
No se sabe la causa: quizás el curso
del Sol no ha permanecido igual,
o ha cambiado por algún motivo
astronómico, o porque toda la tierra
se ha movido o simplemente porque el
gnomon se ha movido debido a sacudidas
telúricas, o porque las avenidas
del río Tíber han provocado un descenso del obelisco.
Apenas se han conservados restos del Horologium. En los Museos Vaticano se conserva la bola que estuvo en la punta.

El obelisco se partió y fue olvidado en algún momento de la edad media. En el siglo XVIII fue recuperado, restaurado y trasladado a la Plaza Montecittorio donde aún permanece.

Del suelo ( foto inferior derecha) sólo hay unos pocos vestigios encontrados recientemente.

Nota Puntillosa:
Realmente el reloj de Augusto no ha sido el reloj de sol más grande que se ha construido. Recientemente, en el 2006, se construyó uno usando como gnomon la torre de la Abadía de Saint-Michel.
Doctora Dª Ana Vazquez Hoys